COLONIA HIDALGO VS TEPIC, UN TITULO, UNA AGRESION, UN RECUERDO ETERNO.

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Por Julián Rodríguez

“Si mañana nos haces una de tus mamadas (jugadas), te partimos la madre”, me dijo el “Polo”, mientras su amigo el “Tarzán” me echaba una mirada amenazante, ya saben, de pocos amigos.
Bien recuerdo ese sábado 23 de noviembre de 1985 cuando por la calle Clavijero caminaba con mi amigo de siempre, Heladio del Juncal, cuando de repente salieron de entre la gente los dos defensas del equipo Tepic. Yo, con mis apenas 1.62 metros de estatura, voltee prácticamente hacia arriba y vi a las dos torres erguidas, desafiantes, con su pecho ensanchado y con miradas inyectadas de odio, rencor o no sé qué.
La verdad no me intimidé porque en el terreno futbolístico nunca le he tenido miedo a nadie, fuera más grande, más pesado o más veloz, por lo que de manera nerviosa alcancé a sonreír, ya que sostenía una ligera amistad con ellos, pues un año atrás jugué en el conjunto de la Colonia Progreso, por lo que descarté que en la final cometieran algo en mi contra.
Al día siguiente, el domingo 24, fue la final del torneo denominado “Copa Xalapa 1985” y tuvo como escenario el estadio xalapeño “Heriberto Jara Corona”. Era el mediodía cuando el árbitro dio por iniciado el partido.
Debo reconocer que el equipo que dirigía el famoso “Hilachas” Hilario Rodríguez Velasco, (EPD) se caracterizó siempre por la garra de sus jugadores, algunos con paso por el profesionalismo y casi todos ellos de la brava colonia Progreso, como los mismos “Polo”, “Tarzán” y el “Choco”, así como Humberto Salazar, conocido en el barrio como “Maravillas”, también estaban el “Pelón Toluco”, Ulises, “Chaplins” Barragán, “Semo” Sánchez y los hermanos Olano, entre otros.
La Colonia Hidalgo, que en esos momentos yo defendía, también tenía lo suyo, empezando en el arco, con Gilberto Pérez Cuervo, además de Juan Manuel “Macuarra” Landa, Jacinto “Zorro” Montero, Alejandro “Chicles” Hernández, “Titi”, Sánchez, Roberto Carrasco, Jaime “Pelé” Rodríguez, el “Lato” Alejandro Flores, José Álvarez Medel, Heladio del Juncal y Gaudencio Paniagua.
El partido estuvo apretado, incluso en la segunda parte el marcador se encontraba 1-1, pero poco antes que concluyera los pupilos de Rafael Paniagua (EPD) anotaron el gol que les daba la victoria y por ende el campeonato.
Fue al minuto 83 cuando uno de los defensas centrales que el día anterior me había amenazado que no debía realizarles alguna de mis jugadas porque me iría mal, lo cumplió, y tal vez por verse abajo en el marcador o porque de plano en todo el partido no me vio ni el polvo, me tiró un patadón que si no brinco me fractura, pero fingí que sí me había dado y caí al pasto mientras me retorcía del “dolor”.
Recuerdo que tirado en el césped vi de reojo que el árbitro se dirigía al infractor mientras sacaba la tarjeta roja, pero no transcurrieron ni dos segundos cuando mis amigos me gritaron “cuidado”… demasiado tarde, el defensor encarrerado me atizó tremenda patada en la espalda y luego se fue.
Poco después de ese suceso el árbitro dio por finalizadas las acciones, decretándose la victoria y la obtención del campeonato de la Colonia Hidalgo, que en sus gradas sus no más de 10 seguidores lo celebraron a todo pulmón.
Pero lo peor apenas venía, ya que los de la colonia Progreso no quedaron conformes por la derrota y se fueron sobre sus rivales. Fue entonces que la guerra se desató en las gradas del Estadio Xalapeño, donde se vio volar todo tipo de objetos, hasta envases de refrescos que afortunadamente nunca alcanzaron sus objetivos.
Debo reconocer que a pesar que los de la colonia Hidalgo eran superados numéricamente, nunca se acobardaron… No eran muchos, pero eran machos. Vi cómo el “Polo”, un tipo bravo de la colonia Federal, fue el primero en recibir a sus rivales, pero los del Tepic eran muchos y terminaron por derribarlo golpeándose el rostro mientras rodaba por las gradas de cemento del coloso atlético.
Los pleitos uno a uno no fueron posible porque la superioridad numérica era notoria, al doble o quizá al triple, pero la porra de la Colonia Hidalgo resistió a pie firme todos los ataques evitando que algún jugador fuera golpeado. En una imagen inolvidable, el “Gaude” Paniagua se daba un topón con el “Maravillas”, un ícono de esa colonia, quien pese a tener unos “chacos” en sus manos nunca pudo con su pequeño, pero aguerrido rival.
Así la gresca duró un par de minutos hasta que por fin la calma llegó y porras y jugadores de ambos equipos se retiraron a sus respectivos barrios, ya sea para “festejar” el triunfo o lamentar la derrota.
En lo personal esa final es y será inolvidable, tanto por el campeonato que conquistó la Colonia Hidalgo como por la agresión que recibí, que por cierto es una de tantas que me han dado en casi medio siglo de jugar el bendito futbol.
Debo reconocer que aquella acción quedó grabada en mi memoria con un sabor amargo en los labios y que estoy seguro no fueron de dolor porque francamente nunca hubo eso, fueron otras sensaciones que van más allá de la decepción y la impotencia… Así nomás.

Valentin

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